miércoles, 25 de mayo de 2011

Bienvenidos


Tanto si han llegado rebotados desde algún sitio amigo como si arribaron por casualidad, sean muy bienvenidos a La Alquitara Pensativa. Bajo este título conceptista y bastante pedantesco se aloja un espacio para poner por escrito las cosas que se me pasen por la cabeza. Por supuesto están todos ustedes invitados a honrar con sus comentarios cualesquiera de mis entradas, preferiblemente para llevarme la contraria, que del contraste de pareceres nacen nuevas ideas y un mayor conocimiento. Observarán que el diseño de la página es bastante marrullero, pero es que no se puede destacar en todos los campos del saber. Así que si alguno de ustedes está dotado para la cosa gráfica le acepto cualquier consejo. Igualmente, si hay algún carpintero entre el publico, le informo de que tengo un par de puertas descolgadas en mi casa que requieren una inmediata solución; pago generosamente y en efectivo.

Pero volvamos al blog, que es lo que ahora nos ocupa. El porqué escribo y difundo mis pensamientos en lugar de guardármelos es algo para lo que todavía no tengo una explicación que me sirva. Por una parte hay un aspecto utilitario. La memoria cada día me falla más y escribir me sirve de ayuda para, al cabo del tiempo, acordarme de cuándo y qué cosas hice. Y supongo que ya que hago el esfuerzo, mejor si lo aprovechan también otros. Escribir es además un magnífico ejercicio que les recomiendo para mantener activas las neuronas; mucho mejor que el Brain Training de Nintendo, sólo tienen que fijarse en cómo se ha quedado la pobre de Nicole Kidman.

Y es que las ideas en la mente siempre son vagas; sólo cuando se pasan al papel (o a la pantalla) adquieren concreción. Para bien o para mal, que son muchas las veces en que al poner por escrito una idea poco definida resulta ser una gran estupidez. Pero ahí está y de eso se trata: pienso que en no habiendo vida después de la muerte, lo que debe hacer uno en el corto tiempo de la existencia, más allá de aumentar la superpoblación del planeta, es tratar de entender el mundo. Que no está compuesto sólo por Grandes Conceptos, sino por miles de millones de pequeñas cosas, algunas furiosas, otras más tranquilas, pero todas extrañas y sorprendentes. Y es nuestra obligación observarlas y anotarlas con la precisión de un entomólogo embarcado en una expedición dieciochesca; y en la medida de lo posible, también encontrarles una explicación o al menos aventurar una hipótesis razonable. Así las siguientes generaciones podrán empezar con parte de la tarea ya hecha. Aumentar el conocimiento, difundirlo y reflexionar sobre ello: en eso se basan la ciencia, la cultura y la civilización.

Y hay otra finalidad: venderme. Que si publico en un blog es porque hasta ahora nadie me ha ofrecido hacerlo en un medio más digno. Por tanto, si es usted dueño o director de un periódico o revista y me quiere ofrecer una columna semanal podemos llegar fácilmente a un acuerdo económico. Lo mismo si disponen de una emisora de radio: además de leer mis textos con la hermosa voz de barítono de la que la naturaleza me ha dotado, y que muchos compran con la de Teddy Pendergrass, les puedo preparar unas selecciones musicales sin parangón en el espacio hertziano de las que aquí encontrarán buenas muestras salpicando las entradas.

Y ahora un mensaje de nuestro patrocinador


The Robert James Orchestra - The Right One (1972)