martes, 28 de febrero de 2012

Wikileaks

Me los imagino ya al tanto de que el diario Público, cual Cid Campeador venciendo batallas después de muerto, ha empezado a publicar los correos electrónicos obtenidos por Wikileaks de la Stratfor Global Intelligence, una agencia de espionaje privada que trabaja para (y espía a) estados, organismos y corporaciones de todo el planeta. Algo así como Spectra pero sin las bases secretas y el mobiliario de diseño (o al menos eso creemos). Pues precisamente el fin de semana que fuimos a Arco estuvimos cenando con Carlos Enrique Bayo, jefe de internacional de Público y responsable de que esta información haya acabado finalmente en las páginas, aunque sean digitales, de un diario español. Bayo es también un grandísimo amigo y el único periodista de raza que conozco; y mira que conozco periodistas... En su interminable curriculum, además de varias direcciones y subdirecciones de periódicos, están sendas corresponsalías en Washington y Moscú, ésta última en plena perestroika. Sólo hay que escucharle contar las batallitas de cómo daba esquinazo a los esbirros de la KGB que le seguían a todas partes cuando quería entrevistar a disidentes o lideres independentistas chechenos para convencerse de que durante ese tiempo no se dedicó, como tantos otros, a reenviar teletipos de la agencia Tass. De hecho aceptó el puesto en Público, descartando ofertas mucho más suculentas, porque no se veía en un gabinete de prensa o trabajando para un organismo internacional; lo suyo era perseguir la noticia. Periodismo puro, ya digo.

Como les iba diciendo, durante la cena nos estuvo contando todas las negociaciones ultra-secretas que estaba manteniendo con la "cúpula" de Wikileaks para que la información se publicara en su medio. No entraré en detalles pero nos reímos muchísimo con las peripecias que le estaban haciendo pasar para evitar que la exclusiva se filtrara antes de tiempo, toda una aventura a medio camino entre una novela de Stieg Larsson y el "Atraco a las tres" de Forqué. Se notaba que estaba disfrutando lo más grande con todo aquello, que estaba en su salsa y que en ese momento no habría cambiado su mal pagado puesto en un periódico en quiebra por un sillón en el consejo de administración de cualquier gran empresa de comunicación. Es más, no le daba ninguna importancia a la gravísima situación económica por la que estaba pasando el periódico, y si de algo se quejaba era sólo de la actitud de algún medio (concretamente uno de los que ahora llora lágrimas de cocodrilo por el cierre de Público) que, como buitre al olor de la carroña, les estaba robando su red de corresponsales en el extranjero a golpe de talonario. Recuerdan "Citizen Kane"?

Y aquí la digresión: obviamente todos lamentamos el cierre de un medio de comunicación, más aún si se trata del único periódico de izquierdas que se publicaba en todo el país. Pero hay que asumir que la prensa escrita diaria es un negocio basado en un modelo obsoleto, tanto como puedan serlo las compañías discográficas o el servicio de telégrafos, y que su desaparición definitiva o su transformación en algo completamente distinto es cuestión de tiempo, ligado posiblemente a la extinción de la generación que aún consume el producto. Y hablo de los periódicos de papel, no del periodismo. Público ha apostado por mantener la edición digital, que era la que la mayoría de nosotros leíamos. El problema de este paso es la obtención de financiación para sostener el negocio o al menos cubrir los gastos, una menudencia a la que hasta ahora nadie ha dado una respuesta convincente. Escritores, críticos y opinadores, aunque se colegien como periodistas y trabajen en medios de comunicación, son otra cosa, y de hecho tienen la blogosfera para lanzar sus mensajes. Pero el periodista necesita unas condiciones para desarrollar su labor difíciles de encajar en la actual compartimentación de la Web 2.0. De que alguna mente privilegiada lo encuentre dependerá el futuro de la profesión y el de la propia sociedad.

Y volvemos a Wikileaks, ese gran zas! en toda la boca a quienes nos gobiernan. El interés de las filtraciones no es que revelen ningún secreto de estado ni que pongan en riesgo la seguridad de los países. De hecho ninguna de las revelaciones nos sorprende, porque aunque no conociéramos los hechos exactos ya nos los imaginábamos. Tampoco es novedoso enterarse de que los políticos mienten a todas horas y sobre cualquier tema y que atrapados en la evidencia lo niegan sin ruborizarse. No, lo divertido (hay que decirlo así) de esos cables y correos interceptados por esta red de hackers es que muestran a los gobernantes con las vergüenzas al aire, sin las pompas y las galas de las que se revisten cuando aparecen en público. Los mordaces comentarios de los funcionarios de los servicios secretos cuando hablan entre ellos sabiendo que nadie les escucha sobre los empingorotados fantoches a quienes espían o para quienes trabajan son el auténtico mensaje. La lástima es que estos contenidos no trasciendan más allá de un pequeño círculo de personas motivadas, mientras que las masas seguirán adorando y votando a sus ídolos de barro. Pero bueno, el placer de saber que Aznar habrá tenido que leer esos correos en los que los responsables de Stratfor se pitorrean de su cortedad de ideas y de su fantástica mata de pelo no me lo va a quitar nadie.


Jimmy Sabater - Times are changin' (1969)

sábado, 25 de febrero de 2012

Algunas exposiciones

Aprovechamos nuestro viaje a Madrid para ver algunas exposiciones de las que les doy cumplida información por si se encuentran o tienen que viajar a la capital. En estos tiempos de recortes en gastos sociales y culturales La Alquitara Pensativa, aunque de gestión y financiación privada, sigue manteniendo su compromiso de servicio público. Y empezamos por la que más nos gustó, la que dedicaba la Fundación Mapfre a Odilon Redon, un pintor no demasiado conocido, encuadrado habitualmente en las filas de los simbolistas y muy influenciado por los aguafuertes de Goya. Ese influjo se aprecia sobre todo en sus dibujos al carboncillo y grabados, negros, siniestros y con un punto grotesco. Mi debilidad son sus arañas sonrientes, pero también impresionan las series dedicadas a Edgard Alan Poe o al darwinismo con sus singulares criaturas mutantes. Y luego, cuando toma la paleta de colores y le da la vena decorativa, nos encontramos con otro pintor completamente distinto, con unos cuadros con tanta luz que hasta parecen retroiluminados. Era necesaria ya esta retrospectiva, la primera del autor en España, que además está exquisitamente montada, como todas las cosas que se hacen en la Fundación Mapfre.

Así que ya saben: si sólo tienen tiempo en Madrid para ver una exposición vayan a ésta sin dudarlo (la de la colección del Ermitage que hay en el Prado y que vimos hace unos meses vale también la pena pero hay que reservar la entrada con anticipación y además son todas obras muy conocidas). Y ya de paso, aprovechando que están en la Mapfre, pueden ver también la dedicada al fotógrafo americano Lewis Hine. Pionero de la fotografía social, influyó y mucho en autores como Walker Evans o Dorothea Lange que reflejarían años más tarde la realidad de la gran depresión de los años 30. Pero Hine es anterior. Su obra principal se desarrolla en las dos primeras décadas del siglo XX, retratando la pobreza y las desigualdades de su país. Son memorables las dos series dedicadas a los inmigrantes europeos que llegaban a la isla de Ellis y al trabajo infantil. Sobre todo porque hacen reflexionar (y habíamos quedado en que ésa y no otra era la función del arte) sobre las condiciones en que se vivía hace un siglo y cómo la clase obrera fue conquistando sus derechos a base de dura lucha, derechos que ahora se quieren hacer desaparecer por decreto como si fuesen una graciosa concesión del señor feudal de turno a sus siervos. Todo ello ante el pasmo y la parálisis de los afectados, que deberían acudir en fila y cogiditos de la mano, como los párvulos de los colegios, a ver estas fotos y enterarse de dónde venimos y a dónde parece que vamos; y ustedes me disculparán tan demagógica digresión. Siguiendo con Hine, ya posteriores son la serie sobre los oficios industriales, con posados de hercúleos trabajadores entre ruedas dentadas (una inspiración clara para Tiempos Modernos) y la más conocida, ésta por encargo, sobre la construcción del Empire State Building.

En el museo Thyssen hay una de esas exposiciones pretenciosas que les ha dado últimamente por hacer en colaboración con Caja Madrid y que se caracterizan en la mayoría de los casos por el derroche en publicidad, la pobreza del discurso artístico y la vulgaridad de las obras. No obstante son las que ganan siempre en el concurso local de longitud de colas y tiempos de espera. En esta ocasión el artista homenajeado es Chagall, un pintor que nunca me interesó demasiado. Salvo de la quema su primera época, antes de la Gran Guerra, con cuadros originales, llenos de onirismo y de buena factura. Pero luego, vaya usted a saber por qué, perdió toda la vena creativa y le dio por pintar esos feísimos cuadros de campesinos judíos rusos; todo ese rollo fiddler on the roof, ya saben. Y no soy el único en pensarlo. En una entrevista de los años cincuenta Dalí le confesaba a González-Ruano que no soportaba su pintura "arqueológica y anticuaria" y que le parecía "el pintor más asqueroso que existía". Tampoco es para tanto pero ahí queda la opinión.

En el Thyssen hay también una miniexposición absurda que ocupa una sola sala con media docena de cuadros de Mondrian, Van Doesburg y algún otro artista del grupo De Stijl enfrentados a otras tantas pinturas de maestros holandeses del XVII. Son buenas obras, pero el pretendido diálogo entre épocas no se produce, con lo cual toda la farfolla teórica del cuadernillo explicativo se cae por su propio peso. La impresión que produce es que la baronesa se ha encontrado esos cuadros arrinconados en algún trastero y le ha dado órdenes a su comisario de cabecera de que se invente un discurso apañado para poder exhibirlos todos juntos. Y no crean que lo digo por ninguna inquina contra tan aristocrática mecenas, que ese truco de mezclar churras y merinas con el aglutinante de una argumentación hueca y falsaria lo aplican todas las instituciones artísticas. Sin ir más lejos, un par de manzanas más abajo, en el Caixa Forum, se presenta una muestra sobre el arte geométrico (y qué arte no lo es?) en el que la sensación de baratillo es más que evidente. Afortunadamente en el mismo espacio cultural se puede disfrutar de una deliciosa exposición sobre los ballets rusos de Diaghilev llena de figurines, programas, fotografías y trajes de la época, todo ello en un montaje modélico. Y lo mejor es que pueden llevar a parientes o amigos poco devotos del arte contemporáneo sin que protesten.

La última exposición que vimos, a esas horas tardías en las que te dejan entrar de balde en el Reina Sofía, fue la que el museo dedica a la figura de Raymond Roussel, un inclasificable escritor francés que ejerció una singular influencia sobre dadaístas, surrealistas, patafísicos y toda suerte de artistas a cual más extravagante. Las obras expuestas no tienen demasiado interés pero el montaje te despierta las ganas de leerlo. Y aunque esta entrada se está alargando ya más de la cuenta, tanto que más parece un post de Carrascus, quiero referirme para acabar a la inauguración del estudio que han montado Miki Leal, Abraham Lacalle y otros artistas allá por donde el barrio de Salamanca pierde su pijo nombre, cerca de Ventas, y que era el acontecimiento artístico donde todo cultureta moderno que se preciara tenía que estar.
Noestudio, que así han decidido llamarlo, pretende ser un taller de creación al tiempo que una plataforma para difundir sus proyectos, una especie de Factory (la neoyorquina, no la del polígono aeropuerto) abierta a todas las iniciativas. Nosotros obviamente fuimos, pero también obviamente llegamos tarde. Y es que para nuestra última noche en Madrid nos pareció mucho más interesante quedarnos de vinos por la Cava Baja. Y claro, para cuando hicimos acto de presencia ya se había acabado todo. Tanto que tuvimos que pelearnos por las dos últimas cervezas frías que quedaban con un señor que tenía aspecto de haber sido un teórico del arte conceptual en los setenta y estar ahora de prebendado en alguna institución pública. Vencimos nosotros, y en la foto adjunta pueden ver a Aly exhibiendo uno de los trofeos ante el famoso eslogan de Ben Vautier: "El arte es inútil; volved a casa". Y como somos muy obedientes y además ya no había nada de beber pues eso es lo que hicimos.


Sergey Kuryokhin - The situation of the Asian proletariat in America

jueves, 23 de febrero de 2012

Una tarde en ARCO

Pues finalmente he ido a ARCO, por primera vez y a mis años, lo que son las cosas. En mis tiempos, todo moderno que se preciase en llegando estas fechas rompía el cerdito hucha y se iba a Madrid a codearse con los artistas de la movida en los stands de las galerías de moda. Y ya de paso se empapaban de arte contemporáneo. Indocumentados que no habían pisado en su vida el Museo del Prado y que eran incapaces de distinguir entre un futurista y un prerrafaelista, volvían de la capital hablando de Andy Warhol o Julian Schnabel como si se hubiesen ido de copas con ellos por Malasaña. Afortunadamente pasó la movida y pasó el interés del público musical por el arte moderno, que volvió a ser una cosa de viejas con los pelos de colores. A mí, que siempre he sido un señor antiguo aunque muy al tanto de los movimientos culturales que se desarrollaban a mi alrededor, toda esta feria de las vanidades me producía un cierto rechazo, y por eso nunca me dio por ir. Bueno, por eso y por los cuarenta euracos de la entrada, que todo hay que decirlo. Que no es por el dinero, que luego cualquier noche se gasta uno lo mismo en vino, sino por el producto que ofrecen a cambio: galerías de arte comerciales promocionando a sus autores. Pero si hay un público que lo demanda y lo paga, y las colas del fin de semana son una buena prueba, me destoco y les felicito por ello. En cualquier caso este año había sido invitado y no me parecía de buen tono rechazarlo.

Y la experiencia ha sido muy interesante. Esperaba mucha más frivolidad y petardeo y lo que he visto son en su mayoría obras muy serias. Cuadros para enmarcar y colgar en la pared con alcayatas de las gordas, no sé si me explico. Quizás sea debido a los malos tiempos que corren, que algún efecto positivo habían de tener. Como obligar a los perros flacos del mundo del arte, faltos de las longanizas institucionales que les ataban, a dejar de hacer monerías y ponerse a trabajar en serio. Un importante revés, por otra parte, para los medios generalistas acreditados, que se han quedado sin apenas carnaza provocadora que lanzar a su público. De todos modos ARCO es muy grande y si uno busca el escándalo acaba encontrándolo. Como ya sabrán, en esta edición la estrella ha sido el retrato de tamaño natural del dictador Franco encerrado en una nevera de refrescos. Y fue por casualidad que estando allí nos enterásemos de la llegada de la directiva de la fundación que lleva su nombre, notario en ristre, para presentar una querella contra el autor y la galería que lo exhibía. Puede haber quien piense que tal era la intención del artista, pero les puedo asegurar que en ese momento el autor, Eugenio Merino, que nació el mismo año en que murió el caudillo, estaba bastante estupefacto y un punto asustado por la que se había liado. Y es que viendo cómo se las gastan los jueces ante los que presumiblemente se deberá presentar, la cosa no es para tomarla a broma. Yo, personalmente, creo que no había razones para la querella. La obra es muy respetuosa con la figura de Franco; no lo caricaturiza sino que es un retrato fidelísimo. Tuve ocasión de observarla de cerca y realmente impresiona su realismo. Seguro que si en vez de estar realizada en silicona de platino hubiera sido esculpida en mármol o fundida en bronce la Fundación Francisco Franco no se habría molestado. Es triste que a estas alturas todavía se fundamenten pleitos en el discurso, ya más que superado, de la nobleza o pobreza de unos materiales frente a otros.

Ese mismo día nos enteramos también del ataque con cócteles molotov a la Fresh Gallery de Madrid por exponer unas fotos bastante ñoñas de Bruce LaBruce. Y me acordé de aquellos pintorescos Guerilleros de Cristo Rey de mi juventud y de sus razzias contra galerías, librerías, teatros o cualquier otro espacio donde tuviera lugar algún acto cultural considerado ofensivo para sus valores religiosos o ideológicos. No sé si saben que existe una teoría pseudocientífica (otros la llaman profecía) según la cual el día en que la serie "Cuéntame" alcance la fecha en que vivimos, el continuo espacio-tiempo se colapsará y el mundo acabará. Lo que nadie había previsto era lo contrario, que nuestro tiempo real empezará a retroceder hasta alcanzar al de "Cuéntame". Visto lo que nos espera, opino que el colapso espacio-temporal y la disolución en la nada es una perspectiva bastante halagüeña.


David Bowie - Andy Warhol (1971)

domingo, 19 de febrero de 2012

El Rocío de Camarón

Leo un artículo publicado por unos investigadores estadounidenses en el que vienen a demostrar la relación directa entre la pérdida de ingresos de las productoras de Hollywood por descargas ilegales y el retraso, a veces de meses, en estrenar las películas de actualidad en otros países donde estas prácticas son habituales.

Y me acuerdo de la interesantísima conversación que tuvimos con Pablo Vayón tras el tumultuoso concierto del Cuarteto Casals, en la que nos explicó, entre otras muchas curiosidades históricas, que la piratería musical en la época de Haydn estaba también a la orden del día, y que partituras no autorizadas de las obras más populares circulaban por toda Europa; obviamente de mano en mano, que nuestros antepasados no disfrutaban de los servicios que hoy nos prestan multiuploads y bittorrents. Y nos contó que Haydn, además de ser un músico prodigioso, era un tipo listo para los negocios, y en lugar de combatir la piratería enfangándose en costosísimos e inútiles procesos legales optó por una solución mucho más inteligente: publicar sus partituras simultáneamente en todas las capitales importantes del continente. De ese modo desaparecía la demanda del producto ilegal. E incluso si éste aparecía en el mercado, con quienes se las veían los falsificadores era con los editores locales, bastante más agresivos en la defensa de su negocio.

Por cierto que el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz, donde tuvo lugar el concierto del que les vengo hablando y que es, para quien no lo sepa, Monumento Histórico Nacional, tiene sobre la capilla penitencial otra mucho más ornamentada y rica, dedicada a la adoración del Santísimo Sacramento. La fama de esta segunda capilla se debe principalmente a los tres lienzos que pintara Francisco de Goya dentro de un programa iconográfico compuesto por escenas bíblicas relacionadas con el misterio de la eucaristía. En 1999, todas estas pinturas fueron llevadas al Prado para su restauración. Cuando volvieron a Cádiz, un año después, la prensa local se hizo gran eco de la noticia. Como no podía ser de otro modo, toda la atención la acapararon los tres Goyas, y sólo de pasada se citaban los otros dos cuadros que completaban la serie: "Las bodas de Caná" de Zacarías González (1763-1834), y "El rocío de maná" de José Camarón (1731-1803).

El otro día, al final de la visita guiada que hicimos a la capilla, el cicerone nos comentó off the record que, durante muchos años, cada vez que mostraba a un grupo los cuadros de Goya y les explicaba su fuerza dramática, sus innovaciones técnicas o su modernidad escenográfica, inevitablemente alguien le preguntaba:

- Sí, muy bien, pero el cuadro del Rocío que pintó Camarón, ése dónde está?


Pericón de Cádiz - Alegrías

miércoles, 15 de febrero de 2012

Siete Palabras

En 1786 un clérigo gaditano noble y de origen criollo, José Saénz de Santa María, encargó a Joseph Haydn la composición de una pieza musical para los oficios de Viernes Santo que celebraba una hermandad pasionista de la que era director espiritual en la capilla llamada de la Santa Cueva. Lo sorprendente es que Haydn aceptó el encargo, y un año después se estrenaba en las reducidísimas dimensiones de la capilla la Musica instrumentale sopra la sette ultime parole di nostro Redentore in croce ossiano sette sonate con un introduzione ed al fine un terremoto, una de las cumbres musicales del maestro vienés. Para entender lo asombroso del caso hay que recordar que Haydn en aquel momento estaba en la cima de su carrera y era, sin duda alguna, el compositor más importante de toda Europa. Es como si, para celebrar el bicentenario de la Constitución de 1812, la alcaldesa le encargara una ópera a Philip Glass. Inimaginable, verdad? Por eso, cuando en El Conciso añorábamos la Cádiz ilustrada y lamentábamos el estado de embrutecimiento en que ahora se encuentra, razones no nos faltaban.

Milagrosamente, y a pesar del canismo imperante en la ciudad, de vez en cuando nos sorprendemos con alguna iniciativa cultural de calidad, como la que nos llevó hace un par de fines de semana al citado Oratorio de la Santa Cueva. Y es que dentro del ciclo de conciertos dedicados a la música que se escuchaba en Cádiz en el tiempo de las Cortes que organizaba el Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario bajo el horroroso lema de "¡Viva la Pepa!", se había programado la interpretación de Las Siete Palabras de Haydn por el Cuarteto Casals en el mismo espacio para el que la obra había sido compuesta.

- Magnífica idea! - dirán ustedes.
- Un desastre calamitoso! - contesto yo airado.

Porque hay que ser un necio con verdugo en el celebro y campanario en la mollera (Quevedo dixit) para organizar un concierto de uno de los cuartetos de cuerda más prestigiosos del mundo en un espacio donde a duras penas caben cien personas y encima poner la entrada gratis. Porque eso obliga a las personas interesadas, que son muchas por la popularidad de la obra y los intérpretes, a hacer cola durante varias horas en la calle en uno de los días más fríos del año y a pelearse luego por un asiento. En tales circunstancias yo obviamente habría renunciado a ir, pero desde la organización le confirmaron a mi señora que dispondríamos de localidades reservadas. Lo cual era rigurosamente cierto; sin embargo nadie había tenido en cuenta el problema logístico de la entrada en la capilla...

Cuando llegamos, nos encontramos con la previsible masa humana aterida que ocupaba casi toda la calle y bloqueaba las puertas del recinto. Y claro, cuando éstas se abrieron, comenzaron a entrar con tal ímpetu que más que melómanos parecieran un rebaño de ñus intentando alcanzar la orilla del río Mara. Porque estaba claro que todos no iban a caber y muchos se iban a quedar en la calle. Y en la calle estábamos, atónitos y sin saber qué hacer, el grupo de críticos, periodistas, enchufados y consortes a quienes se nos había asegurado que entraríamos sin problemas. Afortunadamente, antes de que la cosa se volviera incontrolable, una resolutiva trabajadora de la organización nos creó un pasillo por el que pudimos acceder a la capilla, no sin recibir numerosos improperios de los indignados ciudadanos que aguardaban en la cola.

Del concierto no les voy a hablar aunque ya pueden imaginarse que estuvo muy bien. Pero sí voy a aprovechar para criticar esa forma nefasta de hacer cultura. Los espectáculos, si se financian con dinero público, deben programarse en un espacio adecuado a las previsiones de asistencia, de modo que todo aquel que quiera ir tenga asegurada su localidad. Y por supuesto, salvo que se celebren al aire libre, hay que pagar por la entrada, con precios populares para que nadie se quede fuera por razones económicas pero que disuadan a los ociosos que pasen por allí. Lo contrario es populismo, malversación y chabacanería. Todo esto ya lo he dicho muchas veces pero no me cansaré de repetirlo cada vez que sea necesario.


A. Licciardi - Quanti martiri ha potuto passare

lunes, 13 de febrero de 2012

Foxá y la censura (reciclado)

Ya sé que causa una pésima impresión anunciar a bombo y platillo la vuelta a los ruedos digitales y, a las primeras de cambio, descolgarse con un refrito. Pero en esta ocasión pienso que está justificado. Y es que acabo de leer en la prensa la absolución de aquella concejal de Izquierda Unida de Sevilla que prohibió el homenaje a Agustín de Foxá en un centro cívico. Por lo que he visto, la sentencia se basa sólo en tecnicismos y no entra en el fondo del asunto. Ya en su momento, cuando se produjo el caso ahora juzgado, publiqué unos comentario en El Conciso explicando mi postura. Comentarios que sigo considerando de total actualidad y de mucho provecho para todos:

Comentaba hace poco un blog amigo la noticia de la prohibición de celebrar un acto para conmemorar el medio siglo de la muerte del escritor Agustín de Foxá en un centro cívico sevillano y, obviamente, lo relacionaba con el sectarismo y la ignorancia de los responsables municipales, en esta ocasión pertenecientes al grupo de Izquierda Unida. Interpretación que, conociendo el modo habitual de pensar y actuar de estos representantes de la soberanía popular, parecía la más ajustada a los hechos. Luego, ahondando en la noticia, nos enteramos de que el acto público no lo organizaba ninguna tertulia literaria ni grupo de lectura, sino la Asociación Cultural Fernando III, nombre bajo el que se esconde un grupo de extrema derecha de la capital andaluza. Lo cual, desde mi punto de vista al menos, cambia bastante la perspectiva y dificulta la posibilidad de unirse sin reparos al coro de los que denuncian un aparente acto de censura. Y como la cuestión es compleja me voy a entretener en deshuesarla.

- Aun siendo la libertad de expresión un valor absoluto, en todos los países democráticos existen leyes que la limitan. En general, la apología del racismo o del terrorismo suelen están penadas en la mayoría de los códigos. En países concretos hay prohibiciones específicas relacionadas con su historia, como la de la negación del holocausto o la de exhibir símbolos nazis. No creo que hablar bien de un escritor, aunque fuera fascista, entre dentro de ninguna de dichas categorías.

- Que el sentido de las palabras no es unívoco es algo que se sabe desde antiguo. Sobre todo con términos abstractos, el sentido de una palabra cambia en función de quien la emite. Volviendo a la libertad de expresión, no significa lo mismo el término utilizado en un documento de Amnistía Internacional que en un editorial de El Mundo. Aunque el lema pueda ser el mismo, un acto "en favor del pueblo cubano" puede tener intereses opuestos si quienes lo organizan son las Juventudes Comunistas o las Nuevas Generaciones del Partido Popular. El sentido de un homenaje a Agustín de Foxá puede ser muy distinto si lo organiza la tertulia poética Gallo de Vidrio o si lo organiza la Asociación Cultural Fernando III.

- La ideología de un artista no tiene por qué afectar a la valoración que se haga de su obra. Sin embargo, a veces es voluntad del artista impregnar su obra de ideología y, en tal caso, resulta imposible hacer de la misma un análisis aséptico basado sólo en criterios técnicos. Agustín de Foxá era un fascista y era un buen escritor. Como tantos otros, dicho sea de paso. Hace muchos años leí en la biblioteca paterna la que es considerada su obra maestra, "Madrid de corte a checa", y me pareció que era una exaltación del fascismo. Muy bien escrita, probablemente, pero como carezco de la capacidad de separar el mensaje de la forma de la que gozan los críticos actuales, mi opinión sobre ella es bastante negativa y no la recomendaría a quienes se inician en la lectura. No obstante, pienso que Foxá tiene un lugar innegable en la literatura española del siglo XX y nunca apoyaría que se prohibieran los homenajes públicos a su figura y su obra.

- En nuestro país actúan numerosos grupos extremistas, de derecha y de izquierda, que al menos de forma abierta no propugnan la violencia. Mi opinión es que todos esos grupos tienen su lugar y su derecho a expresar sus ideas, por aberrantes que nos parezcan. Lo que no creo es que el lugar para hacerlo sean los medios y espacios de titularidad pública. José Antonio Primo de Rivera no pidió un centro cívico para el acto fundacional de Falange Española sino que alquiló un teatro. Nos hemos acostumbrado como lo más natural del mundo a que los grupos antisistema exijan subvenciones y ayudas de las mismas instituciones a las que pretenden derribar. A mí, como soy chapado a la antigua, eso no me parece nada bien.

- Los centros cívicos deben cumplir la función social de promoción de la cultura (en su sentido más amplio) en aquellos barrios que carecen de equipamientos más apropiados para ello. Lo que falta es una ordenanza precisa sobre lo que es pertinente que tenga lugar en sus instalaciones y lo que no. Un curso de informática o uno de inglés pueden ser adecuados. Uno de astrología o de terapia holística no. Aunque haya un público que los demande, una institución pública no debe avalarlos ni siquiera dándoles cobijo. ¿Debería cederse un centro cívico a la Iglesia de la Cienciología o a Nueva Acrópolis para sus conferencias? Mi opinión es que no, y de hecho estos grupos lo asumen y tienen sus propios centros donde imparten su doctrina. Un acto de homenaje a un escritor no parece que suponga grandes peligros ideológicos pero, véase más arriba, todo depende del emisor del mensaje. Un curso sobre cómo combatir las adicciones o una conferencia sobre la cultura maya podrían ser también adecuadas para un centro civico, pero si los organizadores son, respectivamente, la Iglesia de la Cienciología o Nueva Acrópolis la cuestión cambia.

En resumen, es imprescindible una normativa precisa que regule el uso de los centros cívicos y demás espacios de titularidad pública. Mientras tanto, y en el caso que nos ocupa, aunque las formas no fueran las más correctas, y reconociendo que los responsables municipales pudieron obrar llevados de su sectarismo y su ignorancia, la prohibición del acto no la considero totalmente inapropiada. Pero ya he dicho al principio que la cuestión es compleja y puede que yo esté equivocado.


Henry Hall and the Gleneagles Hotel Band - Home (The Shining O.S.T.)

martes, 7 de febrero de 2012

Decíamos ayer

Pues aquí me tienen de nuevo, después de mi incalificable espantada. Que ni yo mismo esperaba que fuera tan larga, pero la carga de trabajo de estos meses ha sido muy superior a lo que la leyenda negra nos atribuye al gremio docente. Y creo que ya les he explicado que soy incapaz de realizar simultáneamente dos actividades que impliquen esfuerzo intelectual. De modo que si vuelvo al blog, que me lo exige y mucho, ya pueden imaginar lo que les espera a mis alumnos en el próximo cuatrimestre. Pues que se vayan dando con un canto en los dientes porque, abúlico y todo, mis clases serán lo mejor que les suceda en toda la carrera. En cuanto a ustedes, mis fieles seguidores, dejen de quejarse y consideren este hiato como el obligado descanso entre temporadas de esas series televisivas a las que tan aficionados son.

Y qué ha pasado durante mi ausencia? Pues casi nada: Que el pueblo soberano, asustado por una crisis cuyas consecuencias está sufriendo en sus carnes pero cuyas causas es incapaz de comprender por el estado de embrutecimiento en el que ha sido mantenido durante las últimas décadas, ha optado por uncirse como bueyes al carro triunfal de la derecha para llevarla nuevamente al poder. Que este pueblo tiene fama de levantisco pero todo se le va por la boca en la barra de las tabernas, y que cuando llega el momento de tomar decisiones él mismo se coloca obediente las cadenas, no vaya a ser que se disgusten los señoritos. Nada que no fuera previsible a poco que uno conozca la historia y eche una mirada en derredor. Y el futuro se muestra igualmente negro y predecible. Porque en cuanto el servilón se percate de que, pese a los palos en los lomos, su situación sigue empeorando, acabará cayendo en los brazos de cualquier demagogo de extrema derecha quien, con un lenguaje asequible a sus limitadas entendederas, le explicará que la causa de sus males la tienen los inmigrantes, los sindicatos, el europeismo o las bibliotecas públicas. Lo cual obligará a los actuales gobernantes a mover sus posaderas ideológicas hacia donde tradicionalmente las han venido asentando, y empezarán a legislar sin los miramientos de la ficción liberal.

Malos tiempos, ya lo ven. Y sin embargo no soy demasiado pesimista. Confío en una recuperación del movimiento 15-M bajo otra forma, distinta al folklorismo de las acampadas y las asambleas y más centrada en la creación de células con capacidad de intervención política. Por otro lado, la crisis económica obligará a ser austeros, lo cual es una virtud incluso en tiempos de opulencia. Los grandes fastos y las obras faraónicas empezarán a estar mal vistos, y acabará surgiendo una cultura basada no en la subvención ilimitada sino en la creatividad, el libre intercambio de ideas y el trabajo. Y en esas coordenadas pretendo que discurra el blog lo que dure esta temporada, aunque al final nunca se sabe contra qué o quién acabaré lanzando mis invectivas.

Y en cualquier caso, siempre podrán escuchar buena música. En la muy poco probable coyuntura de que todavía quede alguien ahí fuera esperando mi vuelta.


Golden Half - Taiyo no Kanata