jueves, 7 de junio de 2012

Breve noticia del Doctor Hidalgo de Agüero

Nació en Sevilla en 1531, ciudad en la que ejerció su profesión de médico y cirujano hasta su muerte en 1597. Alcanzó fama como el inventor del método de la vía seca o particular en el tratamiento de las heridas. Hay que recordar que la vía común o húmeda, la que venía empleándose desde tiempos de Galeno, se basaba en la curación de las heridas por segunda intención. Esto implicaba dificultar la cicatrización realizando frecuentes drenajes, con el fin de evitar la gangrena. El objetivo se consideraba alcanzado cuando de la herida manaba el "pus laudable", que para la escuela galénica era un paso necesario para la curación. Por eso, cuando el pus se negaba a fluir, había que provocarlo con hierros y cauterios, lo que causaba grandes sufrimientos a los desdichados pacientes y una alta mortalidad.

A lo largo de la historia fueron varios los cirujanos que se opusieron a tan bárbaro método usando el sentido común y su propia experiencia clínica, pero chocaban siempre contra el muro del dogmatismo galénico que imponía sus prácticas bajo el indiscutible argumento de la autoridad de un médico romano del siglo II. Entre esos adelantados estaba Bartolomé Hidalgo de Agüero, quien en 1584 publicó en Sevilla un pliego titulado Avisos particulares de cirugía contra la común opinión, defendiendo la curación de las heridas por primera intención. Su método consistía en limpiar las heridas con vino blanco, eliminar cualquier tejido dañado, aproximar los bordes, aplicar sustancias astringentes para evitar la maceración y cubrir con un vendaje compresivo. Es decir,  y salvando las distancias, un procedimiento muy parecido al que se emplea en la actualidad. Aunque lo mejor es la defensa que hace Agüero de su novedosa técnica, no invocando su autorictas académica, sino comparando las estadísticas de mortalidad de los pacientes tratados por él utilizando ambos métodos; un auténtico ensayo clínico avant la lettre que demuestra sin ningún genero de dudas la supremacía de la vía seca sobre la vía común.

La fama de hábil cirujano de Hidalgo de Agüero era tan notoria que los bravos de Sevilla de la época, en el trance de acometerse a cuchillo, solían exclamar: ¡A Dios me encomiendo, y al Doctor Hidalgo de Agüero! Y también se cuenta que tras su muerte los tales bravos se miraban mucho en lo de reñir. El hospital donde nuestro Doctor ejerció su ciencia era llamado el Hospital del Cardenal en honor a Don Juan de Cervantes, que lo fue de Sevilla y quien lo fundó en el siglo XV. El Cardenal Cervantes está enterrado en la Catedral, en un espectacular sepulcro obra de Mercadante de Bretaña. Por su parte Hidalgo de Agüero está enterrado en la Iglesia de San Juan de la Palma, en cuya collación vivió la mayor parte de su vida, donde hay un azulejo que lo recuerda. El Hospital del Cardenal fue luego asilo y acabó como hospicio. Fue derribado en los años 50, como tantos edificios históricos de la ciudad, para abrir la actual calle Francisco Carrión Mejías (para que se orienten, donde está el Instituto Velázquez). Pues bien, reto a cualquiera de ustedes a que nos dé noticia del tal Carrión Mejías, otro oscuro personajillo de esa grey sacristanesca que medra alrededor de las cofradías de semana santa y que, de cuando en vez y por razones inexplicables, acaba subiendo a las paredes del callejero sevillano. Y nada de callejuelas del extrarradio: calles señoriales en el centro histórico. Y ahí tenemos a nuestro insigne Doctor Hidalgo de Agüero, dando nombre como por limosna a un oscuro pasaje de una decena de metros entre Castellar y Menjíbar. Así nos va.


Deller Consort - We be soldiers three (Anónimo s. XVI)

3 comentarios:

carrascus dijo...

Oiga, Profe, ¿sabe si Cervantes y el Dr. Agüero se conocieron...? ¿Sería el Dr. Hidalgo de Agüero éste el mismo Dr. Pero Recio de Agüero, natural de Tirteafuera, que sale en "El Quijote"? Ya se sabe que Cervantes comenzó a escribirlo en la cárcel de Sevilla...

Profesor Franz dijo...

Es más que probable que Cervantes le conociera, ya que Agüero era un personaje en Sevilla en la época en la que estuvo por aquí, aunque no hay pruebas de que coincidieran. No lo recoje al menos Rodríguez Marín en su "Perfiles de la Sevilla Cervantina", que una especie de who is who sobre la sociedad sevillana de la época; y eso que habla bastante de Agüero (de él he sacado lo de la invocación de los bravos).

Puede que Cervantes escogiera el nombre de Agüero para un doctor por parecerle eufónico, pero no creo que le tomara como modelo, ya que el Agüero real era un hábil cirujano especialista en heridas mientras que el de Tirteafuera es el típico galeno pomposo al que tanto partido han sacado nuestros clásicos.

carrascus dijo...

Pues si usted lo cree así, nada más que añadir, pa eso es usted Profe. Thanks a lot.