viernes, 15 de julio de 2011

Imaginación

Hablábamos los últimos días de la falta de imaginación de la industria cultural para enfrentarse a los retos que nos ha traído el nuevo siglo (aunque en su mayoría ya se barruntaran desde hace más tiempo), y cómo sigue enrocada en esa posición indefendible según la cual la práctica totalidad de los habitantes del planeta son enemigos feroces que conspiran para su hundimiento. Porque si hay algo innegable es que las circunstancias han cambiado, que la tecnología es otra y que no se puede pretender aplicar las mismas reglas de cuando la máxima preocupación de los autores era que la orquestina de un balneario pudiera interpretar sin permiso la romanza de una de sus zarzuelas. Por otra parte, aunque opino que los autores de obras musicales, literarias o artísticas no son necesarios y que si un buen día dejaran de producir la humanidad podría valerse perfectamente sin ellos, también les reconozco el derecho a obtener un beneficio económico cada vez que alguien haga un uso comercial de su obra. Lo que se impone por tanto es abrir un debate sobre cuáles serían los nuevos modos de conjugar el acceso universal a las obras musicales (centrémonos en ellas) con la legítima percepción de unos haberes razonables para sus creadores e intérpretes.

Por eso hay que aplaudir la iniciativa de la revista The Wire (de la que soy fiel suscriptor desde 1995) de abrir en sus páginas ese debate, dando entrada a todos los puntos de vista razonables. Todo comenzó de forma casual en el número del pasado mayo, con un artículo de Kenneth Goldsmith, fundador de UbuWeb, en el que reconocía provocativamente no haber vuelto a comprar un disco desde que descubrió Napster. Goldsmith se confesaba como un coleccionista atípico, interesado por la música antes que por el fetiche único, y con estos nuevos medios de intercambios de archivos no necesitaba ya de intermediarios ni de formatos físicos para acceder a su objeto de deseo. Y UbuWeb es su modo de devolver el favor, promoviendo la difusión universal de copias digitales de obras difíciles de encontrar en el mercado.

La respuesta por parte del sector industrial no se hizo esperar, aunque en este caso el portavoz de sus planteamientos no fuera como de costumbre un siniestro leguleyo sino nada menos que Chris Cutler, eminentísimo músico, ideólogo de aquel movimiento que se llamó Rock in Opposition (R.I.O), y miembro fundador de grupos como Henry Cow, Art Bears o News from Babel, como también del sello Recommended (posteriormente RéR Megacorp) donde tantos discos raros hemos comprado (sin ir más lejos, los que contenían los temas que acompañan a este post y el anterior). Lamentablemente sus argumentos en esta ocasión no estaban a la altura de su música; argumentos como la imposibilidad de mantener un grupo estable si no se venden discos o la pérdida de cauces de distribución para los músicos marginales si desaparecen discográficas como la suya. En una inteligente decisión de la dirección de la revista, las reflexiones de Cutler no se publicaron como la carta al director que era sino en una nueva sección creada ex profeso y bautizada como Collateral Damages. Sección que ha seguido enriqueciéndose en el número de julio con una brillante pieza del periodista David Keenan, en la que rechaza las descargas digitales de música por promover una forma superficial de interacción con el hecho cultural basada en la gratificación instantánea. En su lugar propone
Limited handmade editions on ‘obsolete’ formats available direct from the artists themselves, impromptu record stores in unofficial spaces, house shows, pop-up shops, labels run from bedrooms, a re-engagement with the expressive possibilities of presentation, a new emphasis on mystery and difficulty...
En resumen, una inversión en energía e imaginación. Y eso es lo que ha hecho Úrsula, proyecto musical del isleño David Cordero, en colaboración con el OFFF Festival: editar esta preciosa joya en edición limitada que es a un tiempo reproductor y contenedor de música. El formato se llama playbutton, se lleva prendido en la ropa como cualquier chapita y se escucha mediante auriculares. Se trata por tanto de un objeto que cumple una doble función: es una insignia con la que el fan puede mostrar su adhesión al artista y al mismo tiempo se trata de una pieza poco común para que sacie su ansia de coleccionista. Porque la música está confinada al objeto, no puede extraerse una copia digital, lo que lo incluye en la misma categoría que a esos formatos obsoletos que defendía Keenan como el cassette o el vinilo. Habría que considerarlo entonces como una propuesta elitista? Nada más lejos! La música que contiene está disponible gratis para todo el mundo en la web de Úrsula. Y es de altísima calidad y muy recomendable. Ahí tienen el enlace para escucharla; aunque el tema final se lo vamos a reservar al bueno de Chris Cutler, como expiación por la cantidad de disgustos que le estamos dando.


News from Babel - Anno Mirabilis (1984)

2 comentarios:

Alcancero dijo...

'The Wire', gran serie y a lo que veo gran revista.

Profesor Franz dijo...

De hecho la revista se anticipó en décadas a la serie. Y ahora tiene que soportar la ignominia de que una búsqueda en Google la relegue a la segunda o tercera página. No hay justicia.