lunes, 4 de julio de 2011

Teddy y sus amigos

Como a la inmensa mayoría de los españoles, la SGAE es una institución que me resulta profundamente antipática. Tengo además motivos personales para el desafecto, motivos que precisamente el sábado, tras el magnífico concierto de Fujiya Miyagi en el CICUS, recordaba con el compañero Carrascus, relacionados con nuestro fugaz paso por el negocio de los conciertos. Vaya por delante mi respeto a la presunción de inocencia hasta que un juez no dictamine lo contrario, pero también mi convencimiento íntimo y personal, basado en la antigua ciencia de la fisiognomía, de que los directivos ahora encausados han cometido todos los delitos de que se les acusa y muchísimos otros que no se podrán demostrar. Creo necesario aclarar mi postura para que se entienda lo que viene a continuación.

De lo que se acusa a Bautista y los suyos es de desviar fondos de la caja de la SGAE a empresas privadas, de lo que habrían obtenido un beneficio indebido. Es decir, los estafados serían los socios; seguiría siendo delito pero es un asunto interno que a los sufridos ciudadanos ni nos va ni nos viene. Salvo, claro está, para poner en evidencia la falta de controles gubernamentales sobre una sociedad privada a la que, como a los arrendadores de alcabalas de antaño, se le ha concedido la prerrogativa de recaudar impuestos estatales. Esperamos ansiosos las explicaciones de la Ministra de Cultura, miembro a su vez de la sociedad investigada, sobre esta aparente dejación de funciones. Curiosamente a los socios prominentes de la SGAE que han hablado para los medios no parece importarle el presunto desfalco y apoyan ciegamente a la cúpula directiva, lo cual resulta muy sospechoso y nos hace pensar que dichas prácticas eran conocidas y aprobadas al menos por ese pequeño círculo de autores que se reparten la práctica totalidad de lo recaudado. Allá ellos. Lo importante es que la actuación judicial de estos días ha sido sólo contra ciertos miembros del equipo directivo de la SGAE y por unas prácticas ilícitas muy concretas, pero no contra el funcionamiento de la misma. Lo que realmente afecta a la sociedad española, los usos abusivos para recaudar derechos de autor y el cobro de cánones arbitrarios, seguirán como hasta ahora. Porque aunque nos parezcan prácticas injustas son perfectamente legales. Y lo son por decisión gubernamental. Por decirlo de otro modo, el responsable de que cada vez que usted compre un CD tenga que pagar un canon, aunque lo vaya a utilizar para guardar los datos de su tesis, y de que una parte importante de ese canon pueda ir a los bolsillos de Alejandro Sanz o de Víctor Manuel, no es la SGAE, que se limita a aprovecharse de las prebendas que otros le han concedido. La responsabilidad está en el gobierno y en el parlamento de la nación, que tienen la capacidad de cambiar esa situación y no lo hacen. Acuérdense de ello cuando les convoquen próximamente a votar.

Por otro lado, y como lo cortés no quita lo valiente, estoy profundamente disconforme con el tratamiento dado a los detenidos en la operación, y con las mismas detenciones. En España se abusa de estos espectáculos mediáticos, actuaciones policiales con televisión en directo, cuando los implicados son personajes conocidos. Y es significativo que estas falsas demostraciones de autoridad, que apelan a los más bajos instintos del populacho, siempre coincidan con los momentos de mayor descrédito del gobierno de turno. Aunque no ha sido éste el caso, también los jueces suelen abusar de su potestad de imponer prisión preventiva, a la que se debería recurrir únicamente cuando la libertad del acusado pudiera suponer un peligro para terceras personas o haya un riesgo evidente de fuga. Existen muchas medidas cautelares que pueden adoptarse para asegurar un buen desarrollo de la  instrucción sin necesidad de tener que pasear esposados ante las cámaras a personas que gozan de la citada presunción de inocencia. La función ejemplarizante de la justicia debe manifestarse en las sentencias de los tribunales, y no en los titulares del telediario. Creo que es bueno recordarlo precisamente ahora, cuando los atropellados son ciudadanos por los que no tenemos ninguna estima.

Y por último, también es bueno recordar que, aunque el imaginario popular lo tenga ahora por un híbrido entre Goldfinger y el señor Burns, Teddy Bautista ha sido uno de los músicos más importantes del pop español, al menos durante su primera etapa en Canarios, antes de que perpetraran esa abominación pomposa llamada Ciclos. Canarios fundaron su fama en los directos, considerados por muchos que asistieron a sus conciertos como los más espectaculares de la época. Les dejo con un ejemplo, de título muy apropiado a las presentes circunstancias, que incluye un alegato buenrrollista del propio Teddy y en el que de paso hacen un uso descarado de la melodía del Hey Jude. Cobrarían Lennon y McCartney sus correspondientes derechos de autor? Ay, Teddy, Teddy...


Canarios - Free Yourself (1972)

3 comentarios:

Alcancero dijo...

Y su Judas de la legendaria versión de 'Jesucristo Superstar', aunque puede que su afición a las monedas de plata venga de ahí. ¿Se suicidará como su personaje?

http://www.youtube.com/watch?v=DCHBcZXPIs4

Vidal dijo...

Estoy de acuerdo con lo de que no habría que abusar del circo mediático, sobre todo en casos en los que la lesión de la imagen es difícil de recuperar (¿o acaso cree alguien que los telediarios de Antena 3 darán la misma cobertura informativa el día que Strauss-Kahn salga libre sin cargos que la que dieron cuando fue acusado de violador?). Pero también es cierto que en este caso concreto se pretendía que los imputados no hablaran entre sí antes de que lo hubieran hecho ante el juez.

Y de todos modos, hay que reconocer también que a Teddy desde hace unos años le perdían los modos y la chulería. Y que se sentía intocable. Ah, torres más altas caen...

Vidal dijo...

Y un apunte más: me dice un compañero, cuyo pluriempleo es la música, que en todo el año pasado, a pesar de haber participado en discos que sonaron en varias radios y hasta en alguna televisión, a pesar de haber tocado numerosas veces en directo, rellenando los dichosos formularios. A pesar de todo eso, decíamos, apenas le han llegado 30 euros de liquidación, en concepto de "derechos reprográficos producidos en Alemania". ¿Dónde habrá ido a parar el resto del dinero...? Ah...!