sábado, 4 de mayo de 2013

Sicilia según Wallpaper

En nuestro primer paseo por Palermo nos topamos, así de pronto y sin esperarlo, con la horrorosa mole del Palazzo de la Poste, una de las pocas muestras de arquitectura fascista que afean tan hermosa ciudad. Por hacer la gracia comenté en voz alta que si existiera una guía Wallpaper de Palermo, cosa que en aquel momento ignoraba, seguro que este edificio figuraba como uno de los landmarks. A la mañana siguiente, bicheando en la librería que allí tiene Feltrinelli, encontramos la famosa guía y, como no podía ser de otro modo, nada más abrirla apareció la oficina de correos con honores de foto a doble página. Por supuesto mi señora inmediatamente dispuso un cambio en nuestros planes del día para rendir una visita a tan singular edificio público. Que por dentro tampoco es gran cosa, y más tira a lo funcional que hacia el futurismo. Los únicos detalles de interés estaban en la zona del pórtico, con una arcada que recordaba vagamente a las que solía pintar De Chirico antes de su conversión al clasicismo.

El otro landmark del Palermo moderno para nuestra guía era el llamado "rascacielos de la Ina Assitalia", un bloque de oficinas sin ningún encanto en el que nadie se fijaría si estuviera en mitad del barrio de Los Remedios (o zona residencial fea equivalente de la ciudad desde donde se nos lea). El rascacielos, que aun siendo el edificio más alto de Palermo sólo tiene 18 plantas, era el buque insignia de un gran proyecto inmobiliario para revitalizar el centro de la ciudad, en la que también irían tiendas, viviendas y las oficinas del Banco de Sicilia, todo alrededor de una gran plaza porticada. Como suele suceder, y más en Sicilia, el proyecto no pudo terminarse al modo ideado por los arquitectos por falta de fondos y aquello acabó siendo otro quiero y no puedo. En la actualidad, la plaza porticada es un caótico aparcamiento en superficie y los edificios colindantes están pidiendo a gritos un lavado de cara.

Ya saliendo de Palermo, entre las excursiones recomendadas por Wallpaper al turista estaba una visita a Siracusa. Pero no para disfrutar de las vistas de la isla de Ortigia, de sus calles, plazas e iglesias, de su parque arqueológico o sus museos. No. Para los editores de la guía la única visita obligada era al santuario de la Madonna delle Lacrime, un edificio de hormigón proyectado en los años 60 (de hecho recuerda mucho a las cosas que hacía por aquel entonces Niemeyer) aunque no se terminó hasta mediados de los 90. En su momento la erección provocó bastante polémica en la sociedad siracusana, que la veía como un incordio paisajístico y una amenaza a su consideración de ciudad patrimonio de la humanidad, algo similar a lo que sucede ahora en Sevilla con la torre Pelli. Y es cierto que la iglesia, aun estando en la zona moderna, por sus descomunales proporciones impone un impacto visual notable al caserío histórico. Pero si obviamos la cuestión urbanística, como ejemplo de arquitectura contemporánea es realmente notable. La cripta sobre la que se asienta integra elementos arqueológicos descubiertos durante la construcción, mientras que la iglesia en sí plantea un original juego de perspectivas y luces que confluyen en el altar mayor donde se venera la imagen titular. Lo cual es muy interesante porque la famosa Madonna no es más que un cuadrito de escayola de pocos centímetros que un paisano tenía colgado en la cabecera de su cama y del que se cuenta que en 1953 vertió lágrimas humanas al tiempo que realizaba un puñado de curaciones milagrosas. Que semejante patraña haya llevado en pleno siglo XX a la construcción de un hito de la arquitectura moderna para albergar el icono objeto de latría y encauzar los flujos de sus adoradores es lo que más nos debería hacer reflexionar. Y eso, ya lo hemos dicho varias veces, es la función del arte.


Die Moulinettes - Alfio Brambilla (2001)

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