miércoles, 4 de abril de 2012

Lost Rivers of London

La primera noticia que tuve de los ríos perdidos de Londres fue en un disco de Coil. La canción aparecía cerrando el Unnatural History III, tercer volumen de una serie que recopilaba temas comercializados en ediciones limitadas o difíciles de encontrar. Según la información del cuadernillo, Lost Rivers of London fue su aportación a un disco doble llamado "Succour", un trabajo colectivo para apoyar a la revista musical Ptolemaic Terrascope. Y debieron de cogerle cariño porque la recuperaron para la edición en vinilo de A Thousand Lights In A Darkened Room de Black Light District, un proyecto paralelo que no tuvo continuidad. La canción la volví a encontrar otra vez en el CD que acompañaba al libro England Hidden Reverse de David Keenan, colaborador de The Wire de quien ya hemos hablado aquí en alguna ocasión, un análisis de la historia de los tres grupos que mejor definen la corriente esotérica en el underground musical británico a partir de los ochenta: Current 93, Nurse With Wound y Coil. En ese libro Drew McDowall, colaborador en el proyecto Black Light District, comentaba que por aquel tiempo el grupo estaba obsesionado con el tema de los ríos perdidos, que ellos percibían como arterias latiendo bajo el suelo de la ciudad; lo que no es de extrañar conociendo la extraordinaria cantidad (y variedad) de psicotropos que solían consumir. Además nos enteramos de que el título de la canción estaba tomado de un libro sobre el tema de Nicholas Barton.

Hace unos veranos encontré una copia del libro de Barton en la biblioteca de la casa londinense en la que nos alojamos y tuve ocasión de leerlo. Ahí fue donde descubrí la existencia del Fleet, del Westbourne, del Effra, del Walbrook, del Tyburn, y de tantos otros afluentes que cruzaban la ciudad para acabar desaguando en el Támesis. La mayoría no llegaban a arroyuelos, pero otros como el Fleet tenían calado suficiente para permitir que subieran barcos. Todos estos ríos acabaron siendo enterrados cuando dejaron de ser necesarios en el devenir de la ciudad para covertirse en pestilentes cloacas al aire libre, perdiéndose con el tiempo la memoria exacta de sus cauces. No obstante siguieron imponiendo su presencia en la geografía de la ciudad, marcando el curso de las calles, los parques o las líneas de metro. Incluso, como habrían dicho Coil y quien crean en tales cosas, en su psicogeografía. Por ejemplo, en el libro de Barton se cita otro de un tal G.W. Lambert titulado "The Geography of London Ghosts" en el que se afirma que la mayoría de los fenómenos paranormales detectados en Londres tienen lugar en la cercanía de antiguos cursos de agua.

Todo esto me lo ha traído a la memoria el último libro que acabo de leer: "London Under: The secret history beneath de streets" de Peter Ackroyd, en el que no sólo se describen los ríos perdidos, sino todo el laberíntico entramado de túneles y pasadizos que horadan literalmente el subsuelo de la ciudad, incluyendo líneas y estaciones de metro abandonadas, faraónicos proyectos de ingeniería inconclusos o la intrincada red de búnkeres del gobierno de Su Majestad. Pero volviendo a los ríos perdidos, yo también he debido de caer presa de su hechizo pues recientemente me compré otro libro sobre el tema: "London's Lost Rivers. A Walker's Guide" de Tom Bolton, que, como su título indica, son rutas a pie por la ciudad siguiendo el trayecto de los ríos perdidos a partir de las referencias que aún pueden encontrarse en la superficie.

Y aquí un brevísimo inciso: no me digan que no sería interesante que alguien hiciera lo mismo con los ríos perdidos sevillanos, con el Tagarete o el Tamarguillo. Al menos para quienes debemos dar a diario largos paseos por prescripción facultativa. Y es que, para ser una ciudad que tanto se mira el ombligo, es sorprendente la poca información que existe sobre cursos de agua que hace unas décadas aún provocaban inundaciones. Quizás esta falta de interés se deba a que en Sevilla la solución no fue convertirlos en corrientes subterráneas sino desviar sus cauces. En cualquier caso, confío en poder realizar algún día las rutas descritas en el libro de Bolton, para lo cual tendría que ir a Londres sin ningún plan preestablecido y con tiempo de sobra por delante; y no como esta vez.

Para que se consuelen durante mi ausencia, les dejo con el tema de Coil que da título al post. La letra se basa en textos de Hubert Crackanthorpe, escritor inglés de la escuela naturalista cuya azarosa vida y misteriosa muerte también merecerían una entrada en el blog. Aunque tendrá que ser en otra ocasión porque ésta ya se está alargando en exceso.


Coil - Lost Rivers of London (1996)

4 comentarios:

carrascus dijo...

Mmmm... yo creo que sería capaz todavía de seguir el antiguo curso del Tamarguillo desde las inmediaciones del Manicomio de Miraflores, atravesando la S-30, paralelo al polígono Store, cruzando la carretera de Carmona y siguiendo en línea recta por unas huertas en las que no había vías del tren como ahora, hasta la Avenida de Kansas City, donde ahora nace Tesalónica. Justo allí había un puente para que la N-IV pasase sobre el Tamarguillo, que fue donde cayó la avioneta de la operación Clavel. Después, el río seguía casi con exactitud el trazado de la actual avenida Tesalónica, hasta la esquina del barrio de Los Pajaritos, en las inmediaciones del centro comerical de Los Arcos. De niño nunca me aventuré más allá de ahí, pero con la vista y el recuerdo seguía hacia adelante más o menos por lo que ahora es la Ronda del Tamarguillo. En la otra dirección, desde el Polígono de San Pablo hasta el camino de la Reina fui muchas veces en el Isocarro de mi padre cuando era muy niño; después, un poco más mayor y con el cauce tapado, siguiéndolo andando hasta el manicomio para coger morera para los gusanos de seda, y ya más máyor aún, con el Store construido, a los festivales del "Salta la Tapia".

Vidal dijo...

Efectivamente, Carrascus, La Ronda del Tamarguillo se llama así porque el río pasaba por allí. Como dice el Profesor, hace unos años abrieron un canal para que, en vez de verter al Guadalquivir por el lado sur, lo hiciera por el norte.
Eso sí, en ese caso concreto, y dado que el antiguo trazado atraviesa por vecindarios, ejem, turbulentos, yo aconsejo evitar el paseo que recuerda su localización...

hermanastra dijo...

Siempre me ha parecido muy revelador que terminaran soterrando el río Fleet porque se había convertido en una cloaca a cielo abierto. Y que la posterior Fleet Street terminara siendo la calle de los periódicos (y los periodistas). Je.

Profesor Franz dijo...

El jurado no tendrá en cuenta las maldades de nuestra hermanastra.

Como curiosidad añado que el primer soterramiento del Fleet fue bastante chapucero, y en 1846 los gases fétidos acumulados bajo la bóveda estallaron llevándose por delante una manzana de casas y cubriendo medio Londres de... bueno, ya se lo pueden imaginar.

Y no, no hay noticia de que ninguna redacción de periódico volara en el incidente.