lunes, 27 de junio de 2011

Pessoa sobre Lisboa

Entrando ahora en la Rua Marquês da Fronteira, pasamos por la antigua Penitenciária, llamada ahora Cadeia Nacional de Lisboa. Esta construcción fue proyectada por el ingeniero Ricardo Julio Ferraz y comenzada en 1874. Tiene dos torres en la parte central de la fachada delantera y el edificio interior tiene forma de estrella con varias alas que convergen en un punto central, como fácilmente se puede observar. Se trata de un gran edificio, con 474 celdas y más de 22 compartimentos destinados a enfermerías, 12 celdas de castigo y 26 talleres para diferentes oficios, de los que surgen trabajos que son adquiridos por importantes firmas. Hay una sección de venta al público para la venta de los productos que salen de los talleres. También existe un curiosísimo museo, formado por las más extrañas y variadas armas utilizadas para cometer crímenes, desde escopetas y carabinas a navajas de todas clases e instrumentos que no parecen destinados precisamente a quitar la vida. La Penitenciária puede ser visitada los domingos de las 9 de la mañana hasta el mediodía, pero no es difícil obtener autorización para visitar el edificio en otros días de la semana, solicitándola en el propio establecimiento.

Habiendo llegado hasta aquí, el turista no debe dejar de visitar ahora uno de los más hermosos parques de recreo de Lisboa: el Parque Eduardo VII antes mencionado, que está situado en los extensos terrenos en frente de la Penitenciária, El invernadero del Parque es una obra magnífica, de la que Lisboa se enorgullece; y es realmente extraño que una parte de la población de la ciudad no sólo no lo visite, sino que desconozca su existencia. Además, este casi desconocido rincón es un prodigio de frescor y deleite, donde la naturaleza nos muestra muchos de sus más escogidos ejemplares de plantas ornamentales y donde el arte de humildes artistas, de callado talento personal, regala nuestros ojos con esmerados follajes y flores. El invernadero contiene millares de ejemplares de plantas exóticas, cuyo valor es difícil de calcular. Este invernadero está abierto al público los domingos y días de fiesta, de las 8 de la mañana a las 7 de la tarde, y la entrada cuesta un escudo. En los días de semana está abierto de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde y es gratuito.

Subiendo la Rua Don Pedro V, pronto vemos otro jardín, en la Praça Rio de Janeiro (hoy Praça do Príncipe Real); es uno de los jardines más bonitos de Lisboa, debido al meticuloso diseño y a los cuidados que se le dedican. Este jardín contiene diversas especies de árboles muy hermosos, cuyo ejemplar más notable es un enorme cedro, cuyas ramas, apoyadas en un armazón de hierro, cubren un espacio suficiente como para albergar a varios centenares de personas. Debajo de este agradable cedro está instalada otra biblioteca pública; es una de las seis que el Ayuntamiento distribuyó por los jardines de Lisboa, feliz idea de uno de sus miembros Alexandre Ferreira. A la izquierda queda el monumento al célebre periodista França Borges. El autor del monumento es el escultor Maximiliano Alves y se compone de varios bloques superpuestos de piedra tosca, que tienen a la derecha una figura femenina representando a la República, que mira tiernamente al gran paladín. Este monumento fue inaugurado el 4 de noviembre de 1925; desde entonces el jardín lleva el nombre del demócrata representado en la escultura.

Seguimos hacia delante y vemos a la derecha el edificio de la Escola Politécnica, donde actualmente está instalada la Facultad de Ciencias. [...] El edificio tiene anejo uno de los jardines más pintorescos de Lisboa, incluso de Europa; al menos eso dicen muchos extranjeros. En él se encuentran especímenes de la flora de todas las regiones del mundo. El jardín está situado en un declive, una de sus grandes ventajas, por el partido que se le saca a esa inclinación, pues se consiguen todos los efectos visuales posibles de la variada vegetación que por todos lados despunta, convirtiéndolo en un conjunto de esplendor edénico. El jardín tiene varios estanques, cascadas, arroyos, puentes, laberintos, un bello invernadero, etc. En su parte inferior está el Observatorio Meteorológico llamado después del Infante Don Luis e inaugurado en 1863, y también el Observatorio Astronómico.


Teresa - Lisboa à noite (1997)

4 comentarios:

Alcancero dijo...

Tursimo carcelario. He aquí un nicho de oportunidad que ningún emprendedor ha visto.

Profesor Franz dijo...

Cuando la tendencia general es ubicar las prisiones en las afueras de las ciudades, Lisboa es de las pocas capitales europeas, si no la única, que ha mantenido la suya, hermosa y decimonónica, en el centro urbano. Espejo en el que deberíamos mirarnos Cádiz y Sevilla y recuperar para castigo de malhechores edificios tan emblemáticos como la Cárcel Real o la antigua del Pópulo, hoy mercado de entradores. Así además se cumpliría el objetivo ejemplarizante que deben tener las penas de cárcel, pues los niños al pasar por delante verían el futuro que les espera si se apartaran del buen camino.

Alcancero dijo...

En Pamplona la cárcel es urbana, y al otro lado de la calle está el Palacio de Justicia, con lo que se ahorrarán mucho en gasolina en las cuerdad motorizadas de presos, supongo yo.

Profesor Franz dijo...

En Lisboa también tenían el Palacio de Justicia cruzando la calle, pero no lo saqué en la foto porque es un edificio de estilo salazarista y más bien feo. Es una disposición lógica, y de hecho en la Sevilla del siglo de oro era así también: al reo lo juzgaban en la Audiencia, que estaba en la Plaza de San Francisco (hoy sede de Cajasol o Cajacívica o como leches se llame) y lo entrullaban justo al lado en la Cárcel Real, al principio de la calle Sierpes donde ahora hay una sucursal de la misma caja. Es más, la calle que las separa se sigue llamando Entrecárceles.

Un día de estos publicaré un post sobre la antigua Cárcel Real, que tiene mucha historia.