domingo, 19 de febrero de 2012

El Rocío de Camarón

Leo un artículo publicado por unos investigadores estadounidenses en el que vienen a demostrar la relación directa entre la pérdida de ingresos de las productoras de Hollywood por descargas ilegales y el retraso, a veces de meses, en estrenar las películas de actualidad en otros países donde estas prácticas son habituales.

Y me acuerdo de la interesantísima conversación que tuvimos con Pablo Vayón tras el tumultuoso concierto del Cuarteto Casals, en la que nos explicó, entre otras muchas curiosidades históricas, que la piratería musical en la época de Haydn estaba también a la orden del día, y que partituras no autorizadas de las obras más populares circulaban por toda Europa; obviamente de mano en mano, que nuestros antepasados no disfrutaban de los servicios que hoy nos prestan multiuploads y bittorrents. Y nos contó que Haydn, además de ser un músico prodigioso, era un tipo listo para los negocios, y en lugar de combatir la piratería enfangándose en costosísimos e inútiles procesos legales optó por una solución mucho más inteligente: publicar sus partituras simultáneamente en todas las capitales importantes del continente. De ese modo desaparecía la demanda del producto ilegal. E incluso si éste aparecía en el mercado, con quienes se las veían los falsificadores era con los editores locales, bastante más agresivos en la defensa de su negocio.

Por cierto que el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz, donde tuvo lugar el concierto del que les vengo hablando y que es, para quien no lo sepa, Monumento Histórico Nacional, tiene sobre la capilla penitencial otra mucho más ornamentada y rica, dedicada a la adoración del Santísimo Sacramento. La fama de esta segunda capilla se debe principalmente a los tres lienzos que pintara Francisco de Goya dentro de un programa iconográfico compuesto por escenas bíblicas relacionadas con el misterio de la eucaristía. En 1999, todas estas pinturas fueron llevadas al Prado para su restauración. Cuando volvieron a Cádiz, un año después, la prensa local se hizo gran eco de la noticia. Como no podía ser de otro modo, toda la atención la acapararon los tres Goyas, y sólo de pasada se citaban los otros dos cuadros que completaban la serie: "Las bodas de Caná" de Zacarías González (1763-1834), y "El rocío de maná" de José Camarón (1731-1803).

El otro día, al final de la visita guiada que hicimos a la capilla, el cicerone nos comentó off the record que, durante muchos años, cada vez que mostraba a un grupo los cuadros de Goya y les explicaba su fuerza dramática, sus innovaciones técnicas o su modernidad escenográfica, inevitablemente alguien le preguntaba:

- Sí, muy bien, pero el cuadro del Rocío que pintó Camarón, ése dónde está?


Pericón de Cádiz - Alegrías

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