jueves, 23 de febrero de 2012

Una tarde en ARCO

Pues finalmente he ido a ARCO, por primera vez y a mis años, lo que son las cosas. En mis tiempos, todo moderno que se preciase en llegando estas fechas rompía el cerdito hucha y se iba a Madrid a codearse con los artistas de la movida en los stands de las galerías de moda. Y ya de paso se empapaban de arte contemporáneo. Indocumentados que no habían pisado en su vida el Museo del Prado y que eran incapaces de distinguir entre un futurista y un prerrafaelista, volvían de la capital hablando de Andy Warhol o Julian Schnabel como si se hubiesen ido de copas con ellos por Malasaña. Afortunadamente pasó la movida y pasó el interés del público musical por el arte moderno, que volvió a ser una cosa de viejas con los pelos de colores. A mí, que siempre he sido un señor antiguo aunque muy al tanto de los movimientos culturales que se desarrollaban a mi alrededor, toda esta feria de las vanidades me producía un cierto rechazo, y por eso nunca me dio por ir. Bueno, por eso y por los cuarenta euracos de la entrada, que todo hay que decirlo. Que no es por el dinero, que luego cualquier noche se gasta uno lo mismo en vino, sino por el producto que ofrecen a cambio: galerías de arte comerciales promocionando a sus autores. Pero si hay un público que lo demanda y lo paga, y las colas del fin de semana son una buena prueba, me destoco y les felicito por ello. En cualquier caso este año había sido invitado y no me parecía de buen tono rechazarlo.

Y la experiencia ha sido muy interesante. Esperaba mucha más frivolidad y petardeo y lo que he visto son en su mayoría obras muy serias. Cuadros para enmarcar y colgar en la pared con alcayatas de las gordas, no sé si me explico. Quizás sea debido a los malos tiempos que corren, que algún efecto positivo habían de tener. Como obligar a los perros flacos del mundo del arte, faltos de las longanizas institucionales que les ataban, a dejar de hacer monerías y ponerse a trabajar en serio. Un importante revés, por otra parte, para los medios generalistas acreditados, que se han quedado sin apenas carnaza provocadora que lanzar a su público. De todos modos ARCO es muy grande y si uno busca el escándalo acaba encontrándolo. Como ya sabrán, en esta edición la estrella ha sido el retrato de tamaño natural del dictador Franco encerrado en una nevera de refrescos. Y fue por casualidad que estando allí nos enterásemos de la llegada de la directiva de la fundación que lleva su nombre, notario en ristre, para presentar una querella contra el autor y la galería que lo exhibía. Puede haber quien piense que tal era la intención del artista, pero les puedo asegurar que en ese momento el autor, Eugenio Merino, que nació el mismo año en que murió el caudillo, estaba bastante estupefacto y un punto asustado por la que se había liado. Y es que viendo cómo se las gastan los jueces ante los que presumiblemente se deberá presentar, la cosa no es para tomarla a broma. Yo, personalmente, creo que no había razones para la querella. La obra es muy respetuosa con la figura de Franco; no lo caricaturiza sino que es un retrato fidelísimo. Tuve ocasión de observarla de cerca y realmente impresiona su realismo. Seguro que si en vez de estar realizada en silicona de platino hubiera sido esculpida en mármol o fundida en bronce la Fundación Francisco Franco no se habría molestado. Es triste que a estas alturas todavía se fundamenten pleitos en el discurso, ya más que superado, de la nobleza o pobreza de unos materiales frente a otros.

Ese mismo día nos enteramos también del ataque con cócteles molotov a la Fresh Gallery de Madrid por exponer unas fotos bastante ñoñas de Bruce LaBruce. Y me acordé de aquellos pintorescos Guerilleros de Cristo Rey de mi juventud y de sus razzias contra galerías, librerías, teatros o cualquier otro espacio donde tuviera lugar algún acto cultural considerado ofensivo para sus valores religiosos o ideológicos. No sé si saben que existe una teoría pseudocientífica (otros la llaman profecía) según la cual el día en que la serie "Cuéntame" alcance la fecha en que vivimos, el continuo espacio-tiempo se colapsará y el mundo acabará. Lo que nadie había previsto era lo contrario, que nuestro tiempo real empezará a retroceder hasta alcanzar al de "Cuéntame". Visto lo que nos espera, opino que el colapso espacio-temporal y la disolución en la nada es una perspectiva bastante halagüeña.


David Bowie - Andy Warhol (1971)

2 comentarios:

Johnny Tumblepop dijo...

Me ha encantado esta entrada y me ha matado la tontería de la Fundación Francisco Franco Battiato. Yo también soy de la opinión que Cuéntame no ha sido cancelada por problemas económicos sino por los problemas cuánticos que provocaría que la serie se encontrara con el presente y que incluso lo sobrepasara prediciendo el futuro, colapsando la realidad pues la gente sabría lo que iba a pasar y no darían ciertos pasos que hay que dar.

carrascus dijo...

¿Han cancelado "Cuéntame"...? joé me he quedado más estupefacto con esa noticia que con cualquier obra de arte moderno que se pueda concebir. Yo no la veía, soy más de "Big Bang" y esas cosas, pero suponía que era la serie de más éxito de las españolas.

Señor Profe, su mención de los Guerrilleros de Cristo Rey me ha retrotraido a los tiempos en que tuvimos que resguardarnos de sus huevos (lo que tiraban, no les que les colgaban en la entrepierna) una tarde dominical en la que hacíamos cola en el cine Emperador para ver "El amor del Capitán Brando"... bueno, no nos engañemos, para verle las tetas a Ana Belén...