martes, 13 de marzo de 2012

FeMÀS

Conociendo cómo funcionan las cosas de la cultura en Sevilla, que un festival de música lleve casi 30 ediciones ininterrumpidas sin haber variado un ápice su línea inicial de rigor y calidad es tan inusual que merece que le dediquemos una entrada. El Festival de Música Antigua de Sevilla es en mi opinión el más prestigioso de los que se celebran en esta ciudad, ya que es el único que ha conseguido traer a todas las grandes figuras de su género sin excepción, y eso contando con un presupuesto que oscila de una edición a otra entre lo paupérrimo y lo asfixiante. Afortunadamente las estrellas de la música antigua son gente sensata que ni cobran cachés desorbitados ni van de divas por la vida. De hecho suelen ser bastante asequibles e incluso humildes; y quien pasara la vergüenza en la pasada edición de ver al mismísimo Jordi Savall sacando personalmente sillas al escenario del Centro Cajasol para colocar al público de más que se había colado por la ineptitud de los organizadores sabe a qué me refiero. Por cierto que el actual director del ciclo, Fahmi Alqhai, puede añadir a su ya amplio curriculum el dudoso mérito de haber sido alumno mío, habiendo tenido además el excelente gusto de no engrosar el congestionado gremio de dentistas y dedicarse a tocar la viola da gamba, instrumento del que es gran virtuoso. Este curso tengo otro niño artista en la clase pero éste exhibe sus facultades canoras en el programa "Se llama copla" de Canal Sur. La especie, que va degenerando.

Bueno, pues el pasado sábado estuvimos en el convento de Santa Clara en el concierto de Dominique Visse y el clavecinista brasileño Nicolau de Figueiredo y fue una cosa memorable. Visse, fundador y director del prestigioso Ensemble Clement Janequin, es uno de los mejores contratenores de nuestro tiempo; y aunque puede que ya no posea las cualidades vocales de su mocedad, como insinuaba algún crítico pijotero, los años le han dotado a cambio de un insuperable dominio de la técnica y una espectacular forma de interpretar. Únase a ello su singular figura, que podríamos describir como el producto del encuentro en un teletransportador de materia averiado de Bill Murray con Thijs van Leer (para las jóvenes generaciones, el teclista y flautista del grupo de rock progresivo holandés Focus que acabó en los ochenta tocando en la banda de Miguel Ríos). Tan estrafalario aspecto contribuye a acentuar su vis teatral, algo que se pudo apreciar sobre todo en canciones burlescas como La vecchia innamorata de Biaggio Marini; y de hecho pienso que cuando se retire podría ganarse la vida fácilmente como clown.

El recital tenía como protagonista a Purcell, y de él se interpretaron varias obras, pero también de algunos compositores italianos desconocidos para mí. Y en eso radica gran parte del aliciente de los conciertos de música antigua: en el descubrimiento de nuevas obras y autores, tan amplio y tan ignoto es el territorio a explorar. Así el sábado descubrí a Giovanni Felice Sances, un autor muy influenciado por Monteverdi, y a Barbara Strozzi, una de las escasas mujeres compositoras del periodo, del mismo modo que conciertos de años anteriores me hicieron conocer a Schütz, Buxtehude o Schein. Y todo ello me lleva a reflexionar sobre la ignorancia, cuando no directamente el desprecio, del público habitual de música clásica (el abonado del Maestranza, para entendernos) respecto a cualquier obra o compositor anteriores al siglo XVIII. Y pienso que es sobre todo el miedo a lo nuevo (aunque sea más viejo que lo que suelen escuchar), a encontrarse con algo que les pueda sorprender y sacarles de sus casillas sonoras. Cuando para otros ése es precisamente el atractivo de la música antigua, su tremenda y paradójica modernidad. Una parte no menor del repertorio son canciones o piezas instrumentales cortas, de ritmos vivos y estructuras sencillas; todo muy pop. Quizás podrían utilizarse esas piezas ligeras para infundir en los niños el interés por la música del pasado. Sería además el abordaje teórico más lógico, ir sumando de lo más antiguo a lo contemporáneo; no empezar a enseñar música con Falla simplemente porque era andaluz y amigo de García Lorca. Todo eso suponiendo que en estos días se enseñe música en los colegios, que no lo tengo yo tan claro.


Deller Consort & The King's Musick. Henry Purcell: "Your Hay it is Mow'd " (de King Arthur, 1691)

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