domingo, 25 de marzo de 2012

Últimos conciertos

Pues aprovechando que estos días no hay nada de interés que comentar, ni elecciones, ni huelgas, ni cosa que se les parezca, les voy a contar los últimos conciertos en los que hemos estado y que nos han gustado mucho. Empezamos por el de Françoiz Breut, una cantante a la que siempre es un placer volver a escuchar y de la que no nos hemos perdido un concierto de los varios que ha dado ya en Sevilla, desde aquel primero y lejano en el Fun Club en el que todavía venía como novia de Dominique A. Y no es sólo porque sea francesa y monísima, que tratándose de cantantes pop son dos virtudes muy a tener en cuenta, sino también por su talento como compositora, por tener una voz preciosa y por cómo dosifica la inocencia y el descaro en escena. Por cierto que la actuación tuvo lugar en la Sala Chicarreros de Cajasol, de tan grato recuerdo por haber albergado durante años el añorado ciclo de jazz "Rising Stars". Y es una lástima que no se use más porque tiene unas condiciones excepcionales para estos espectáculos de pequeño formato. Es indignante que con los problemas que tienen los promotores privados para programar espectáculos en la ciudad por la falta de escenarios apropiados no se pongan a su disposición espacios como éste o como la abandonada sala Apolo. A ver si los catalanes compran de una vez Cajasol o Cajacívica o como se llame y rescatan para la cultura todo ese patrimonio desaprovechado.

Pero bueno, tampoco le vamos a dar mucha caña en esta ocasión a la banca de los mil nombres, que al menos sigue manteniendo en uso y prestando para eventos como el FeMÁS el antiguo Teatro Álvarez Quintero, hoy Centro Cultural Cajasol. Allí asistimos el pasado domingo al estreno mundial de la versión que del oratorio "Il Martirio di Santa Teodosia" de Scarlatti presentaba el ensemble instrumental aragonés Al Ayre Español junto a algunas de las mejores voces solistas del panorama actual. Creo innecesario contarles que fue una maravilla, y que la soprano María Espada consiguió ponernos la piel de gallina con las desgarradoras invocaciones de la santa al martirio:

   Ecco il petto, ecco il seno,
   sù con empio furore
   lacerate, ferite, eccovi il core.


Por eso llamaba la atención que no se hubieran vendido todas las entradas, y eso que estaban a 10 y 15 euros. Porque el Teatro de la Maestranza se llena estos días con una ópera de Donizetti cobrando 96 euros por una entrada de patio y 40 por las de gallinero. Y no es que quiera hacer comparaciones, pero estos oratorios se compusieron en parte para paliar la demanda de obras operísticas del público italiano, privado de ellas por una absurda prohibición papal. En fin, allá ellos.

Finalmente y dentro también del FeMÁS, el jueves estuvimos en la maravillosa iglesia barroca del convento de Santa Paula en uno de los conciertos más interesantes de la temporada. Y fue el del conjunto vocal noruego Nordic Voices que interpretaba una selección de las Lamentaciones de Jeremías de Tomás Luís de Victoria, alternándola con obras de autores contemporáneos. Y eso que puede sonar a marcianadas metidas con calzador en un programa de polifonía renacentista resultó que funcionaba, y de qué modo. Y no lo digo sólo yo, que tengo debilidad por las rarezas y no sirvo de referencia, sino el público asistente, gente de mediana edad, muy normales; los habituales de la música antigua, vaya, a los que la propuesta también les encantó. Y es cierto que todas las piezas modernas interpretadas compartían ese tono litúrgico con la obra de Victoria, pero también que desde el punto de vista formal tenían bastante complejidad y no eran nada amables; por ejemplo, las dos de Lasse Thoresen incluían sobretonos, al modo del khoomei de los mongoles. Lo cual confirma mi teoría, ya expuesta en alguna otra parte, de que la música contemporánea, si es de calidad y no un pestiño conceptual, llega perfectamente a un público con un mínimo de sensibilidad y educación musical. Y por eso son tan útiles estos programas en los que las obras difíciles, como la píldora de la canción de Mary Poppins, se presentan para su deglución acompañadas del azúcar de unas músicas ya conocidas. Por cierto que al concierto también asistieron, tras la reja de su clausura como dios manda, las monjas jerónimas del convento, casi todas de tonos de piel exóticos, a las que espero que también les gustase. A ver si les da por renovar de una vez el plúmbeo repertorio ochocentista de los coros monacales sevillanos, que ya va siendo hora.

Y mañana lunes Low en el Teatro Central. Quien se queja es porque quiere.


Françoiz Breut - 2013 (2008)

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